“Las segundas partes nunca fueron buenas”. Frase mítica que le viene al dedillo a Alicia a través del Espejo. Esta nueva entrega, que narra la vuelta del personaje más famoso creado por Lewis Carroll, Alicia, al País de las Maravillas para salvar a su amigo el Sombrerero Loco, que se ha sumergido en una terrible depresión por un motivo del pasado, carece de ingenio y le sobra acción. Y es que el guion, que lo vuelve a firmar Linda Woolverton (que ha escrito películas como El rey león, La bella y la bestia o Maléfica), no tiene innovación alguna, desarrollando los mismos tópicos de la primera.
Esta vez el mando de la dirección lo toma James Bobin, que no tiene nada que envidiarle a Tim Burton, puesto que maneja a la perfección el diseño técnico. Prueba de ello, son los escenarios de la película, que vuelven a ser recreados con una riqueza estética abrumadora, mejorando el mundo oscuro y tenebroso que Burton creó en su predecesora. Quizás sobra algo de digitalización, sobre todo en el personaje de Johnny Depp, el Sombrerero Loco, en el queda patente la abusiva utilización del 3D.
Sobre los personajes, no veo por ningún lado a la Alicia insegura que se pierde en un mundo de locos, al contrario ahora es luchadora e inteligente, perdiendo por completo la esencia de lo creado por Lewis Carroll. Respecto al nuevo integrante del País de las Maravillas, Tiempo (interpretado por Sacha Baron Cohen) logra a la perfección envolver su figura en un manto de misterio y esperpento. Y poco que hablar de la reina de Corazones (Helena Bonham Carter) y la reina Blanca (Anne Hatheway), estos personajes quedan relegados a un segundo plano, llevándose siempre el protagonismo un omnipresente Sombrerero Loco.
En definitiva, la vuelta de Alicia al País de las Maravillas no merece la pena. Le hace falta pretensión. Y un desarrollo de la acción más dinámico. Con lo único que me quedo es con su final, que como toda historia Disney, una moraleja (vivir el momento y aprovechar el tiempo) te intenta enseñar.
Publicada en Diario Málaga Digital.
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