
Como si de un vídeo en directo de una red social se tratase, ‘Happy End’, de Michael Haneke, empieza retransmitiendo con un móvil lo quehaceres cotidianos de una chica en el aseo. En la pantalla aparecen una serie de mensajes en forma de globos que se anticipan a cada uno de los movimientos de esta persona que está siendo grabada. Más tarde, en otra escena de la película aparecen otros mensajes, estos de carácter eróticos y obscenos, entre dos personas que se comunican por Facebook en un ordenador. En ambas situaciones es difícil identificar de quién se trata. Pero la incertidumbre está servida, ¿a qué se debe este secretismo en la pantalla? Ninguna, lo que nos intenta contar Haneke es como las redes sociales han afectado a la nueva sociedad burguesa europea, sacando lo peor de ellos. A partir de esta premisa, el director indaga de nuevo en otros temas que han formado parte de su filmografía como son el sentimiento de pérdida, el suicidio o la muerte.
Para situarnos, se nos presenta a una familia millonaria de Calais que viven en una gran mansión ocupada por el patriarca (Jean-Louis Trintignant), un anciano gruñón que prefiere estar más muerto que vivo. Su nieta (Fantine Harduin), una adolescente que se acaba de instalar en la casa ante el fallecimiento de su madre, que seguirá los pasos de su abuelo mientras observa como su padre (Mathieu Kassovitz) no le presta atención y el resto de su familia está al borde de la locura, con un primo trastornado (Franz Rogowski) y una tía egocéntrica (Isabelle Huppert).
Haneke intenta diseccionar a cada uno de los personajes en tramas cambiantes sin un hilo conductor claro pareciendo más un cóctel de sus grandes éxitos que de una nueva obra rodada por él. Tenemos grabaciones de vídeo como en ‘Caché’ o ‘El video de Benny’, los personajes de Isabelle Huppert y Jean-Louis Trintignant son sacados directamente de ‘Amor’, la maldad infantil como en ‘La cinta blanca’, una música obsesionada con el sexo como en ‘La pianista’, así como el toque macabro de ‘Funny Games’. Pero ‘Happy end’ resulta fallida, con muchas carencias en su desarrollo y es lenta y con poco sentido. Al final Haneke nos muestra una radiografía de una peculiar familia burguesa con su quizás deseado final feliz: grabar e inmortalizar digitalmente todo lo que ve.
Representante de Austria para los Óscar 2018, la película será distribuida en España por Golem Distribución, que aún no ha fijado fecha para su estreno.
Nota: 5,5/10.